Investigadores
de la UNAM desarrollan esta tecnología de impacto ambiental
Más de la
mitad de la energía que se genera en México es por combustión, un
proceso que genera gases de efecto invernadero, como el dióxido de
carbono (CO2). Una forma de controlar las emisiones de este gas, sería a
través de tecnologías con la capacidad de capturarlo.
El grupo de investigación del doctor Ignacio
Alejandro Figueroa Vargas, del Instituto de Investigaciones en Materiales de la
UNAM, trabaja en el desarrollo de espumas con base de magnesio, que son
una especie de estructuras metálicas altamente porosas; al ser utilizadas en
calderas de procesos industriales, se busca que estas contribuyan a la
mitigación del calentamiento del planeta.
¿Cómo funcionan?
Las espumas metálicas pueden ser de entre 10, 15,
20 centímetros o hasta de un metro. Existen de dos tipos: de poro abierto y de
poro cerrado, y pueden ser producidas mediante el proceso conocido, en la
ciencia de los metales, como metalurgia de polvos y de procesos en estado
líquido. En nuestro país, dicho grupo de investigación se encuentra a la cabeza
en la producción de este tipo de materiales.
Entre las dificultades que enfrentan al producir
estas espumas de magnesio, es que este material es muy reactivo y se evapora
con facilidad, además de que los procesos que existen para controlar la
infiltración en su forma líquida y producir las espumas, son sumamente
complejos.
Sin embargo, con financiamiento del CONACyT,
la Secretaría de Energía y el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e
Innovación Tecnológica de la UNAM, los integrantes del Laboratorio de
Materiales Metálicos Avanzados desarrollaron una tecnología para generar
espumas de poro abierto, con una porosidad de hasta 75% y un tamaño de poro que
oscila entre 0.5 y 3 milímetros.
Figueroa Vargas explicó que el mecanismo de captura
del dióxido de carbono a través de espumas, consiste en que el magnesio pasa
por un proceso de oxidación para formar óxido de magnesio, el cual al reaccionar
con el CO2 forma un carbonato que al ser muy frágil puede caerse con una
pequeña vibración.
Este proceso se repite hasta que se consume por
completo la espuma metálica que -de acuerdo con el investigador- debe tener una
alta área superficial para una mayor capacidad de captura.
"Estamos trabajando en conseguir altas áreas
superficiales por esta metodología. No es sencillo, la viscosidad del metal en
estado líquido tiene que ser lo suficientemente baja para que ocupe los
espacios vacíos que genera el material de sacrificio, de tal forma que se
propicie la conectividad entre poro y poro. Con esto, cualquier flujo gaseoso
podrá pasar a través de ellos. Es complejo a veces producir ese tipo de
materiales por su misma naturaleza metálica, pero lo estamos logrando".